Este mes se ha cumplido un año del conflicto de límites planteado por Pasaia, y su cerebro gris, Joseba Belaustegi, ha saltado a la palestra por medio de una entrevista en Oarsoaldeako Hitza para insistir en lo mismo: investir al auto de Vargas con una legalidad que no tuvo, y tratar de imponérselo a los altzatarras por encima de todo.
Belaustegi tiene el triste mérito de ser el padre de la criatura. Él cierra el archivo de Pasaia, se lleva los documentos a casa, y se toma hasta diciembre para preparar el asalto a los tribunales. ¿Por qué necesita tanto tiempo? Desde 2002 dándole vueltas al tema y, ¿aún no sabe que estrategia jurídica seguir?
Lo que le pasa a Belaustegi es que construye barrocos castillos de arena que se disuelven al menor contacto con la crítica. Hace un año arrancaron públicamente con el conflicto presentando un libro de historia escrito para la ocasión. En el prólogo del mismo, en un claro ejemplo de autopromoción, nos cuenta cómo tras su “descubrimiento” encargó el informe histórico a Zapirain, a partir del cual se redactó el informe jurídico. Un año después, nos dice en la entrevista que el tema no es histórico, que de historia hablaremos en una segunda fase, después de que se haya impuesto su legalidad. Dice que no van a entrar en debates de historia y, visto la calidad de lo que han enseñado hasta ahora, se comprende por qué quiere olvidarse de momento de la historia.
En la entrevista también dice, y no se le cae la cara de vergüenza, que respeta la personalidad y peticiones de otros pueblos, como Altza. ¡Qué entenderá este señor por respeto cuando pretende apropiarse de un tercio del término municipal altzatarra, en base a lo que hace 200 años un señor llamado Vargas pretendía hacer! Belaustegi tiene el dudoso honor de ser el primer pasaitarra que en 200 años se empeña en hacer valer el disparate de Vargas pasando por encima de la voluntad de los altzatarras que han vivido y viven en ese territorio.
Construyendo castillos, nos cuenta que todo empezó con el conflicto de límites con Lezo… Pero ese conflicto se le olvida rápido porque enseguida se le van los ojos detrás de las lomas de Altza. Sin lugar a dudas, los terrenos de Auditz-Akular, Landarro… pueden dar mucho más que la térmica de Iberdrola. Pensar que esta es la razón que les mueve es, según él, una gran estupidez (“ergelkeri galanta”, en sus palabras). Pero, como se suele decir, antes se le coge a un mentiroso que a un cojo, y no hay más que leer cómo responde a la última pregunta de la entrevista: “¿Qué beneficio puede reportar todo esto a los pasaitarras? Pasaia se encuentra muy ahogada en las mugas actuales, y necesita más tierras.” Más claro, agua clara.
Belaustegi, el constructor de castillos de arena, está ahora concentrado en la estrategia jurídica. Desde la estupidez que nos atribuye, nos atrevemos a aconsejarle que afine un poco más en los conceptos e informe un poco mejor a los catedráticos redactores del informe jurídico. Dos botones de muestra para ver cómo construyen su argumentación. Dicen los catedráticos: “De este modo su informe (el de Vargas), escriturado públicamente, se convierte, a juicio de los informantes, en el Acta fundacional de un nuevo municipio al que hoy conocemos con el nombre de Pasaia.” Confunden el informe que envió Vargas al ministro con el auto, y ni uno ni otro son actas fundacionales de nada. ¡Ay, con los informantes! Y, claro, con esa lógica, las conclusiones son del mismo tono: “Quinta.- Los informantes advierten en los deslindes una inadecuación a lo establecido por Vargas Ponce cuyo fundamento desconocemos. Sólo podrían admitirse estos deslindes como aplicación de una segregación que desconocemos. Si existe hay que atenerse a lo en ella dispuesto y si no existe los deslindes son actos nulos jurídicamente…”
Dejemos a Belaustegi con sus castillos. En adelante, aparcaremos de momento lo que podemos denominar como el periodo Vargas que nos ha ocupado hasta ahora, y nos meteremos de lleno en el periodo de las sentencias judiciales que abarca toda la segunda mitad del siglo XIX (1848-1899).