2006/04/08

Auto de Vargas Ponce


El auto de Vargas Ponce lo han querido convertir en el “acta fundacional” del Pasaia moderno.

Un auto como éste, sin embargo, no pasa de ser un documento más en la tramitación de una causa. Tal y como se recoge en el mismo, Vargas propone a la aprobación del rey una nueva demarcación para Pasaia, y que nunca se produjo.

Un dato silenciado por ellos es que Vargas plantea en dicho auto que los terrenos de Esnabide y Las Mercedes quedaran para Rentería.

El plano, en términos cartográficos, es de poca calidad, e imposible de llevarlo a la práctica. No sólo se salta a la torera los derechos y la voluntad de los habitantes, sino que, además, invade la jurisdicción de Astigarraga y la de Rentería en la zona de Ataño (Bordazar).

Es curioso que con ser este documento la base de la reivindicación pasaitarra, no lo hayan publicado en ninguno de los medios que han utilizado para hacer publicidad de su causa.

Cronología de "La Marcha Gris"

Marzo de 1999: Los alcaldes de Pasaia (Bixen Itxaso) y de Donostia (Odón Elorza), junto con el Diputado Foral de Urbanismo (Jorge Letamendia, concejal de Donostia en la actualidad), firman el denominado “Protocolo para el estudio y propuesta de compatibilización del Planeamiento entre los municipios de Donostia-San Sebastián y Pasaia en el ámbito de la Regata de Molinao y su entorno”, un protocolo que el Ayuntamiento de Donostia quería cumplimentar en vistas a los desarrollos de Landarro y Auditz-Akular.

Febrero de 2002: El secretario municipal, Joseba Belaustegi, “descubre” el auto de Vargas Ponce.

El Ayuntamiento decide profundizar en el estudio del litigio y encarga dicha labor a la Sociedad de Ciencias Aranzadi.

Reuniones de la Comisión Mixta Pasaia-Donostia en torno al documento “Alteración de los términos municipales de Pasaia y Donostia-San Sebastián y de sus límites”.

Marzo de 2002: Fin de los trabajos de la Comisión Mixta. El gobierno municipal donostiarra no consigue el apoyo necesario de los grupos municipales, y el pasaitarra esgrime los nuevos argumentos basados en el auto de Vargas Ponce.

Abril de 2002:
David Zapirain redacta el informe histórico, mientras que los catedráticos de la UPV José Manuel Castells y Demetrio Loperena redactan el informe jurídico.

Mayo de 2002:
Instan a Rentería a realizar un nuevo deslinde con motivo de la tramitación del Plan General de Ordenación de Rentería.

Julio de 2003: Se interpone recurso contencioso-administrativo contra la aprobación unilateral por Donostia del Plan Especial del Monte Ulia.

Junio de 2005:
Publicación del libro “Pasaia 1805-2005: 200 años de unidad”, escrito por David Zapirain, que en realidad viene a resumir el largo litigio en torno a las mugas desde la perspectiva señalada por el secretario municipal.

Julio de 2005:
Se pone en marcha la Comisión Especial de Mugas con representantes de todos los partidos políticos con el objetivo de recabar el apoyo de los pasaitarras en la reivindicación de las mugas reales y originales de Pasaia.

La marcha gris

Altza, en su historia reciente y en sucesivas oleadas, ha sido víctima de la fiebre constructora de la capital, que de una forma caótica ha ido transformando nuestro espacio a partir de intereses exclusivamente económicos.

El último episodio lo están protagonizando las instituciones públicas (ayuntamiento, gobierno vasco) con proyectos de construcción y concentración masivas de viviendas de VPO en el territorio altzatarra: Antondegi con 4000 viviendas, Auditz-Akular con 3000…

La construcción se ha demostrado como una tremenda máquina de hacer dinero que pone los dientes largos a medio mundo y, parece, que al grito de “tonto el último” la gente se pelea por sacarle toda la tajada que puede, cueste lo que cueste.

El ayuntamiento de Pasaia no quiere quedarse el último y, emulando la tristemente conocida “Marcha Verde” de Marruecos sobre el Sahara, treinta años después ha organizado una nueva marcha, gris de cemento en este caso, para ocupar un territorio que nunca ha sido pasaitarra, y para participar de los beneficios que reportarán la urbanización intensiva de los últimos espacios verdes que quedan entre la autopista A-8 y la bahía de Pasaia. A base de talonario (historiadores, abogados…) y de victimismo, intenta forzar a Donostia para que comparta los beneficios del negocio constructivo. Y todo a cuenta del patrimonio de Altza.

Hace 200 años el ilustrado Vargas Ponce se valió de Pasaia para quitarse de en medio a Donostia en el negocio del puerto, y ya entonces pretendió, sin conseguirlo, partir Altza en dos en pro de unos intereses económicos. Pretendía pasar a Pasaia cincuenta y nueve casas y caseríos que desde sus orígenes fueron altzatarras, y cuyos vecinos doblaban en número a la población del Pasajes de San Pedro de entonces. Sus intenciones, en justicia, no prosperaron.

Que eso lo quisiera hacer Vargas, un hijo de su tiempo… ¡Pero que eso mismo se les pase por la cabeza a mentes del siglo XXI! Eso sólo tiene una explicación: a los participantes en la marcha gris la fiebre de la construcción les ha producido un delirio que les lleva a querer pasar como una apisonadora por encima de la voluntad de los vecinos, y a falsear la historia.

A Vargas le consiguieron parar los pies. Frenar a los nuevos vargas, sin embargo, puede que sea más difícil, porque tanto unos como otros son hijos de la misma madre, y comparten, cada uno por su lado, los objetivos de la marcha gris. Por eso, es fácil que la tan cacareada negociación que demanda Pasaia se pueda producir. Ahora bien, sobre cual será la aportación que hará Pasaia en ese cambalache no nos cabe la menor duda: más altura en los bloques, más viviendas, más pabellones, más calles, más coches… Todo por la pasta, perdón, todo por mejorar nuestras condiciones de vida.