2006/06/19

La segregación de San Pedro

Por mucho que a los redactores del informe jurídico sólo les interese hablar de la prerrogativa que asiste al rey y al estado para segregar un término e imponer unos límites municipales, lo cierto es que desde la fundación de las primeras villas guipuzcoanas hasta la ley vigente en la actualidad de 1986 se ha contemplado y recogido en los documentos fundacionales la voluntad de la población directamente implicada, expresada a través de escritos dirigidos al rey (ej. Rentería, 1320) o, como se contempla en la actualidad, manifestada a través de los representantes políticos o por “petición escrita de la mayoría de los vecinos residentes”.

El caso de San Pedro, en ese sentido, es peculiar y muy diferente al de los procesos de independencia de las villas de su entorno y, en particular, al de San Juan. No conocemos un solo documento anterior a la intervención de Vargas Ponce donde quede recogida la voluntad de los vecinos de San Pedro de segregarse. Sí consta, sin embargo, el intento de los sanpedrotarras por retrasar el acto de constitución del nuevo ayuntamiento en 1805, a lo que se negó Vargas, quien actuó como un auténtico comisario político, supervisando todos y cada uno de los detalles de la segregación y unión a San Juan. Las suspicacias de los vecinos de San Pedro debían ser manifiestas porque en la real orden de 19 de agosto de 1805 se fija con todo detalle un estricto orden de turnos entre las dos bandas en la administración del nuevo municipio, así como una cuota de representación fija de un tercio para los de San Pedro. Esto no debió ser suficiente porque dos años después el rey accede a la petición de los pasaitarras de dotar al nuevo municipio con dos alcaldes, uno para cada banda (R.o. 15-1-1807). Si a esto le añadimos la petición de reincorporarse a San Sebastián, y que fue rechazada por el rey imponiendo “perpetuo silencio” (29-4-1828), los motivos que tenemos para dudar de la voluntad de los sanpedrotarras a favor de la segregación están más que justificados.

Contrasta con los datos anteriores el recorrido histórico realizado por San Juan. Esta resumida secuencia de hechos nos da una idea cabal de esto que estamos diciendo: En 1557, tras varias décadas de pleitos, la aldea de San Juan consigue separarse de Lezo y la plena jurisdicción espiritual sobre su término; En 1627, en pleito con San Sebastián, logró la jurisdicción espiritual plena sobre las aguas del puerto (hasta entonces, las iglesias de San Sebastián, San Pedro y Alza habían enterrado los muertos hallados en la bahía); En 1770 se separó definitivamente de Hondarribia obteniendo el título de villa tras largas gestiones y un importante desembolso de dinero.

Además, junto a Rentería, San Juan corrió con los gastos ocasionados por la estancia de Vargas Ponce (R.o. 6-7-1805), y promovió en 1803 una “cruzada” contra San Sebastián en pro de lograr la jurisdicción sobre el puerto, que culminó con las actuaciones de 1805 que todos conocemos. [Un hecho que da idea del ambiente enrarecido que ha rodeado la celebración del bicentenario, es el hecho de la sustracción hace tres años del archivo de Rentería del documento “Comunicaciones cruzadas entre Rentería y Pasajes de San Juan para emprender juntos una cruzada a favor del libre comercio en el puerto de Pasajes, sacándolo del poder de San Sebastián; cartas del Príncipe de la Paz, diciendo que espera sean atendidas por S.M. las instancias de estos pueblos (24 de enero y 10 de febrero de 1803)”, que acabamos de citar]

Es evidente que la cuestión de la unidad política de Pasaia es complejo y que cualquier aproximación al tema difiere muy mucho de la visión simplista e interesada de Zapirain (“200 años de unidad”), que busca fortalecer la identidad pasaitarra a base de inventar agravios históricos con los pueblos vecinos, fórmula, por otro lado, archiconocida por sus nefastas consecuencias y de la que tanto pasaitarras como altzatarras nos tenemos que resguardar. (Una visión más serena, realista y objetiva de este tema en: PEREZ ALDASORO, Pío; ELBERDIN, Josu: “Udalerriaren sorrera eta nortasuna/Formación del municipio e identidad local”, en: Pasaia, Iraganaren oroigarria, etorkizunari begira/Memoria histórica y perspectivas de futuro. Donostia: Untzi Museoa/Museo Naval, 1999, 196-203)