2006/05/31

La misión secreta de Vargas Ponce

Hasta el momento sólo hemos hablado de Vargas como principal promotor de la segregación de San Pedro con el objetivo confeso de alejar a San Sebastián de cualquier pretensión sobre el puerto.

Pero este suceso no es un dato aislado, sino que se produce en un contexto, en una sucesión de hechos que nos permiten entender cuál fue la misión que trajo Vargas a Guipúzcoa, una misión secreta al servicio del estado.

Como consecuencia de la traición que San Sebastián y Guipúzcoa hicieron al rey, colaborando con los franceses en la Guerra de La Convención (1795), Vargas fue destinado a Guipúzcoa con el doble propósito de asegurar el control del puerto de Pasajes, dotándole de un estatus similar al que ya tenían los demás puertos españoles, y asegurar, asimismo, el control sobre la frontera con Francia.

Con esos objetivos estratégicos, propuso y ejecutó en 1805 la segregación de San Pedro, como colchón entre San Sebastián y el puerto, y la anexión de Hondarribia, Irun y Lezo a Navarra, con la misma función de colchón entre Francia y Guipúzcoa.

Del carácter secreto de la misión y de su trascendencia ya hizo un apunte Serapio Múgica en 1915 cuando, en la introducción a la trascripción de la R.O. de 10 de agosto de 1800, dice que “se tuvo cuidado de no descubrir el objeto primordial de su venida al país”.

En dicha real orden de 1800 se le autorizaba a Vargas a realizar la, en apariencia, inocente labor de “reconocer los archivos guipuzcoanos sin limitaciones a fin de que todas puedan servir útilmente para la formación de la historia de la Marina Española”.

Tras cuatro años de trabajos, Vargas remitió a sus superiores una serie de informes, –además del ya conocido informe de 10 de julio de 1804 sobre San Pedro y el puerto de Pasaia–, que dieron pie a la R.O. de 26 de septiembre de 1805 que mandaba anexionar Lezo, Irun y Hondarribia a Navarra.

El estudio de Jesús Bargueño sobre la reordenación territorial del estado en la primera mitad del XIX, nos presenta cuales fueron los argumentos que inspiraron a Vargas en su propuesta de cambio de límites provinciales, que se pueden resumir básicamente en dos: establecer la unidad fiscal del Estado instalando las aduanas reales en toda la frontera; y la desconfianza hacia las autoridades guipuzcoanas que no ofrecían suficientes garantías de fidelidad al Estado.

A estas cuestiones se refieren también Gª de Cortazar y Montero cuando, hablando del puerto de Pasajes y las disposiciones de Vargas, dicen: “La disposición inspirada por Vargas Ponce era, desde luego, una racionalización del puerto de Pasajes. Pero era también un nuevo motivo de disgusto para los burgueses donostiarras, descontentos ya con la política arancelaria de la España de finales del Antiguo Régimen. Claro está que reclamaron ante el Estado, que no cedió en esta cuestión, decidido como estaba a liquidar el comercio del País Vasco foral, del que los donostiarras eran señalados representantes, y poco propicio a favorecer a quienes, a su juicio, habían traicionado a la monarquía en 1794”.

Sobre la opinión imperante en la corte de Carlos IV y los objetivos que dirigían sus actuaciones escribió el duque de Mandas, Fermín Lasala, en 1895, en su estudio sobre la Separación de Guipúzcoa y la Paz de Basilea: “Godoy, que tenía interés en difundir la opinión de que la guerra fue gloriosa y afortunada, al hablar de la rendición de San Sebastián se apresura a decir en sus Memorias, que no fue un hecho de armas, que el alcalde Michelena, de infame memoria (es Godoy quien así se expresa), y otros varios notables de la ciudad, fascinados por las promesas de una libertad ilusoria, bien distante de aquella que daban al país sus antiguos fueros y exenciones, fueron tristemente infieles a su patria”.(p.115). Y más adelante: “Godoy opinó que era menester proceder con disimulo al principio, pero preparándolo todo para atacar con oportunidad los Fueros en una resolución cuya gravedad comprendía mejor que Zamora. Mandó examinar el fundamento, legitimidad, carácter y alcance de lo que se proponía destruir o mermar. Por su orden registró Vargas Ponce los Archivos, dejando el investigador la tradición en el Archivo provincial de Guipúzcoa, en el municipal de San Sebastián, de que no exageró la escrupulosidad para formar la primera Colección de documentos contrarios a Vasconia, para que no se pudieran utilizar los favorables. (p. 258)

En resumen, Vargas cumplió a la perfección la misión para la que fue encomendado por el Estado. No terminó aquí su carrera y continuó colaborando con los sucesivos gobiernos, e interviniendo en cuestiones territoriales como parlamentario hasta su muerte en 1821.

Bibliografía: Bargueño, J.: “Euskadi, Navarra y La Rioja en la reordenación provincial del Estado (1800-1850)”, en Lurralde, nº 18, 1995, pp. 85-111 – Gª Cortazar, F. y Montero, M.: Diccionario de Historia del País Vasco, t. II, p. 265 – Zufiria, J. de (Serápio Múgica): “Documentos curiosos. Vargas Ponce en Guipúzcoa”, en Euskalerriaren alde, V, pp. 475-476 – Lasala, F: La Separación de Guipúzcoa y la Paz de Basilea. Txertoa, 1987 [1895].

2006/05/22

Alegaciones al Plan General

Esta semana pasada el alcalde donostiarra nos ha enviado la respuesta del pleno a las alegaciones presentadas al avance del plan general: desestimadas y muchas gracias.

Y es que cada marcha gris tiene sus peculiaridades. En Donostia, al contrario de Pasaia, intentan hablar lo menos posible de historia porque ven en ella un freno a lo que ellos entiende como progreso. En Donostia les gusta más hablar de ecología, pero por lo que se ve, nuestros erizos, jilgueros, malvices, las avefrías que vienen de centro Europa a descansar en invierno, ni los robles, ni los arroyos que tenemos en Auditz-Akular son de la categoría necesaria. Así que, o encontramos una ranita meridional, o un desmán de los Pirineos, o un visón europeo, o sino, toma cemento. Cemento para soterrar y encauzar arroyos, cemento para acotar zonas verdes, cemento para levantar bloques bioclimáticos.

La historia nos habla de transformaciones y pervivencias, y nos ayuda a ser conscientes de ellas. La marcha gris donostiarra pretende ignorar la historia, y la pasaitarra instrumentalizarla para competir con Donostia en la carrera de construir más y más en Auditz-Akular.

Seguiremos presentando alegaciones al plan general en el ayuntamiento donostiarra recordándoles lo que han hecho en el pasado en Altza, y seguiremos en este blog desarmando los argumentos históricos con los que algunos en Pasaia pretenden participar en la loca carrera del hormigón.

2006/05/12

La cuestión territorial después de Vargas

El objetivo último de la real orden de 1 de junio de 1805 era la de recuperar para la corona el control del puerto, y separar a San Sebastián de cualquier futura reivindicación sobre el mismo, creando con ese fin la villa de Pasajes.

A continuación, sucesivas reales órdenes fueron atando con minuciosidad todos los detalles concernientes a la administración municipal de la nueva villa (R.O. 19-8-1805), así como los correspondientes a la gestión del puerto (R.O. 4-3-1807). La delimitación del nuevo término municipal de Pasajes, sin embargo, no se ejecutó como quería Vargas. De hecho, el plano que él dibujó e envió a sus superiores no obtuvo la necesaria aprobación real, y el nuevo municipio inició su andadura con el territorio original de San Pedro, -la ladera sur del monte Ulia, entre Gomistegi y el canal-, más la jurisdicción sobre el puerto y sus aguas.

Está claro que los gobernantes tenían la voluntad de incorporar al término pasaitarra las “vertientes de los montes al puerto”, pero este asunto, jurídica y geográficamente hablando, era más complejo que lo que pensaban en un principio. A los argumentos esgrimidos por los afectados, recogidos en la "Memoria de las razones..." de 1807, y que alegaban perjuicios e indefensión, hay que añadirle las complicaciones que el propio texto del auto de Vargas había creado: invadiendo, aunque fuera levemente, los términos municipales de Astigarraga y Rentería en torno al mojón común de Ataño; incluyendo en su plano la ladera norte de Ulia, entre la ensenada de Illurgita y la punta de Arando-, que en sentido estricto no es una vertiente del puerto; y, por el contrario, pasando a Rentería la ladera derecha de Molinao, entre Basanoaga y Maleo, que sí era una vertiente del puerto.

Y así fue que, cuando en 1807 una R.O. nombra nuevos ingenieros militares para que estudien el plano y propongan si les parece necesario uno nuevo, los trabajos de estos señores producen la alarma en municipios como Oiartzun, cuyo término municipal está compuesto por montes cuyas aguas también vierten al puerto, y se vieron en la necesidad de elevar su protesta y preocupación ante la Diputación (21-8-1807).

En estas condiciones se comprende que la propuesta de Vargas no prosperara y que la real orden de 15 de enero de 1807 siga aún hablando del dibujo de un plano, y empiece a pensar en las indemnizaciones que se deberán pagar a los perjudicados cuando se tome una decisión definitiva sobre el mismo.

Después del paréntesis napoleónico (1809-1813), se volvió al estado de cosas creado a partir de 1805, eso sí, de los planos no se vuelve a hablar, y San Pedro solicita en 1827 su reincorporación a San Sebastián. Desde el gobierno se corta con esta pretensión dictando una real orden con fecha 23 de abril de 1828, en la que se ordena que “la Marina limitase su conocimiento sólo a la cuestión del puerto”, y que sobre los demás puntos de disputa, las partes acudiesen “las partes a donde respectivamente correspondiese según las naturalezas de los negocios.”
(Documentos relacionados: párrafos extraídos de la Memoria de 1807, y la real orden de 15 de enero de 1807)