2007/01/31

El rábano por las hojas

(Continuación del comentario anterior)
Un tercer investigador de categoría, maltratado y manipulado en el libro Pasaia 1805-2005, es Serapio Múgica.

Archivero e historiador, en 1893 fue nombrado Inspector de Archivos Municipales de Gipuzkoa, trabajo éste que le llevó a ordenar y confeccionar los índices de numeroso archivos, como los de San Sebastián y Rentería, entre otros. Fue un historiador erudito que ofreció gran abundancia de datos en sus libros y en los numerosos artículos publicados en revistas.

De entre todos sus trabajos destaca, sin duda, el tomo dedicado a Guipúzcoa en la Geografía General del País Vasco-Navarro, en donde podemos encontrar interesantes artículos sobre Pasajes y su puerto, sobre San Sebastián, y también sobre Altza.

Es, pues, un historiador que, si tenía algo que decir, lo dijo y lo publicó.
Zapirain, por el contrario, se ¿olvida? de citar este importante libro en su curiosa bibliografía, y ha rebuscado hasta en donde no hay para afirmar en la página 99: “Y lo mismo Serapio Múgica, quien afirma en sus apuntes que aún en 1848 la jurisdicción pasaitarra seguía ‘conforme demarcó Vargas Ponce’”.

Para hacer esa afirmación nos remite a una nota manuscrita, -en realidad son dos-, ordenada junto a otras con temas pasaitarras, en el fondo de Serapio Múgica del Archivo General de Guipúzcoa, en Tolosa.

Alguien que de verdad haya leído lo publicado por Múgica sobre San Sebastián, Alza o Pasajes, difícilmente puede atribuirle algunas de las afirmaciones expuestas en la primera nota, como que “las operaciones de deslinde practicadas por Vargas al constituirse el año 1805 la villa de Pasajes, deben estimarse como válidas y crearon el estado de cosas que se observó y respetó sin contradicción”. Creemos que el contenido de las notas no recogen el punto de vista de Múgica, sino que, más bien, son un resumen o copia de algún otro documento, práctica habitual, por otro lado, entre los que trabajan con documentos o bibliografía. En nuestra opinión, la apostilla final de la segunda nota, donde dice "Esto se decía en 1848", marca claramente la distancia entre el que escribe y su contenido.

Zapirain, sin embargo, hace valer más una nota suelta, -no publicada, sin data, sin firma-, que todo lo publicado en libros y revistas con todas las formalidades. Esto sólo puede entenderse si uno está empeñado como él en tomar el rábano por las hojas. Pero no eso no es hacer historia, sino tergiversar y falsear.

(Hemos añadido a la lista de documentos el artículo "Antigüedades del puerto de Pasajes", tomado de la página web de Eusko Ikaskuntza, que no permite su impresión)

2007/01/21

De patetismo e investigadores de categoría

Por un momento nos vamos a olvidar del tema de los límites de Pasaia y vamos a echar unas risas, por no llorar, a cuenta de los romanos y el libro de Zapirain.
Zapirain nos cuenta cómo “En época romana por ejemplo, la bahía ofrecía, en un primer momento, un refugio que permitía remontar la ría hacia Oiartzun y explotar la riqueza del bosque y las minas. Más adelante parece que, sin llegar aguas arribas, fuese Beraun la zona preferida, sustituyendo o completando a otro Beraun anterior ya en desuso, el situado en Irun.”
Para afirmar esto, tan felizmente, nos cita a Banús quien, como buen historiador que es, ya nos advierte en su artículo que lo de Beraun no pasa de ser una hipótesis suya.
Es increíble que todo un miembro del departamento de Arqueología Histórica de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, ¡en 2005!, a la hora de hablar del puerto de Pasaia en época romana eche mano de bibliografía obsoleta. ¡Con todo lo que se ha publicado a raíz de los descubrimientos arqueológicos de los últimos años en Irun y en el resto de la costa guipuzcoana!
El propio Juan Carlos Mora, en el libro de Zapirain sin ir más lejos, le enmienda la plana cuando en al transcribir el informe de Vargas, —y éste dice que “en cuyos contornos sin disputa estuvo el antiguo Oeaso”— ya nos advierte en una nota que las investigaciones actuales sitúan Oeasso en Irún, y nos ofrece una bibliografía actualizada. En resumen, patético.

Y esto no es anecdótico. Estamos hablando de qué bibliografía ha utilizado y cómo la ha utilizado. Vamos a poner tres ejemplos, de tres trabajos de categoría, que no han merecido ser citados en su bibliografía.

Empezaremos con los dos libros de cartografía elaborados por J.A. Sáez, F.J. Gómez Piñeiro, J.L. Orella, J.M. Roldán y J.M. Aramburu. Estos libros no han merecido ser incluidos en la bibliografía a pesar de que Zapirain se ha valido de la rica colección de planos y mapas contenidos en ellos para ilustrar el suyo, conformándose con citar al pié la fuente de la ilustración. Estos dos libros, sin embargo, son muy interesantes, no sólo por los documentos cartográficos que presentan sino también por los comentarios y valoraciones que acompañan a cada uno de los documentos. Pero sucede que las opiniones de estos estudiosos no encajan nada bien con las suyas y las margina de su bibliografía. A modo de ejemplo hemos incluido en nuestro blog los comentarios publicados en el libro primero a dos mapas, uno de ellos al de Vargas.

Otro libro interesante —y con él retomamos el tema del litigio en 1848— es el de Miguel Angel Barcenilla sobre la industrialización de Errenteria (1845-1905). Un libro de categoría, su tesis doctoral, donde analiza, entre otros temas, los factores económicos que a mediados del siglo XIX favorecieron la industrialización de todo el entorno de la bahía de Pasaia. En concreto, hemos seleccionado para el blog los apartados que hablan de la construcción de la carretera general y el ferrocarril, que a nuestro entender son las auténticas raíces económicas del conflicto de mugas. Pasaia no va a pleitear por los cincuenta y nueve caseríos altzatarras que les quería dar Vargas, sino participar de los beneficios que iba a reportar la nueva puesta en valor del puerto que iban a traer las nuevas infraestructuras, un puerto, por otro lado, que había permanecido sumido en una profunda crisis a pesar de las providencias de Vargas y a haber separado a San Sebastián del mismo.

El tercer ejemplo lo dejaremos para el próximo comentario.


BARCENILLA, Miguel Angel: La Pequeña Manchester. Origen y consolidación de un núcleo industrial guipuzcoano. Errenteria (1845-1905).- San Sebastián: Diputación Foral de Gipuzkoa, 1999.
GOMEZ PIÑEIRO, Francisco Javier: Documentos cartográficos históricos de Gipuzkoa. I Cartoteca Histórica del Servicio Geográfico del Ejército / Javier Gomez Piñeiro, Juan Antonio Sáez García, José María Roldán Gual... [et al.]. - San Sebastián: Diputación Foral de Gipuzkoa, 1994.
SAEZ GARCIA, Juan Antonio: Documentos cartográficos históricos de Gipuzkoa. II Servicio Histórico Militar [actual Archivo Militar de Madrid] / Juan Antonio Sáez García, Javier Gómez Piñeiro, José Luis Orella Unzué. - San Sebastián : Diputación Foral de Gipuzkoa, 1999.

2007/01/07

... y silencios

Hemos entrado en 2007 y el secuestrador del archivo de Pasaia, el secretario Belaustegi, quien nos había anunciado que el tema de las mugas entraría en los tribunales para diciembre, todavía no ha dicho ni mu. Al final algo dirá, para eso le pagan. Mientras tanto, vamos a seguir hablando de algunos de los silencios y omisiones graves que hemos observado en los informes jurídico e histórico.

Al breve informe jurídico no se le puede pedir que no omita datos. La parcialidad de que hace gala es comprensible en la medida que su fin no es realizar un estudio científico y objetivo sobre el tema, sino dar un soporte jurídico a los argumentos que puedan favorecer a la parte contratante (que diría Groucho Marx). Al fin y al cabo, sus autores no lo disimulan y se limitan a vestir con un lenguaje jurídico las conclusiones recogidas en el “informe Aranzadi”, su única fuente de información y a la que se remiten una y otra vez.

Lo del 'informe Aranzadi' es otro cantar. El informe empieza por omitir el nombre de su autor quien, al enunciar los objetivos en la página 2, dice que “se trata de analizar científicamente, desde un punto de vista histórico, los indicios con los que el propio Ayuntamiento de Pasaia cuenta…”. Vamos, que va de científico y, además, su autor, ahora sí con nombres y apellidos, y haciendo gala de un positivismo trasnochado, se vale de su posición en la Sociedad de Ciencias Aranzadi para arremeter en el número 126 de Aranzadiana de una manera prepotente y arrogante contra los críticos de su libro. Dice que “nadie ha aportado ningún dato novedoso o no reseñado en el mismo”. Datos nuevos, lo que es decir nuevos, no hay. Lo que sí ha habido, insistimos, es un intento de presentar como científico un trabajo de manipulación y silenciamiento de datos e historiadores.

Un ejemplo de esto que estamos diciendo lo encontramos en el trato que Zapirain da a Pablo Gorosabel, cronista de la provincia, historiador, testigo directo y actuante en el tema que nos ocupa. Parece ser que Gorosabel no es digno de aparecer siquiera en la bibliografía del informe ni en la del libro. Porque leer, se supone que lo ha leído, ya que lo cita en una nota, —cuando habla del comercio de hierro en 1587—, y lo cita mal, dando un número de página erróneo.

La ausencia de Gorosabel en la bibliografía, sin embargo, es un grave error, no sólo porque en su conocido Diccionario habla con conocimiento de Pasajes y del tema del término municipal en particular, sino porque, además, Gorosabel fue miembro del tribunal que decidió en contra de las pretensiones de Pasajes de hacer valer el auto de Vargas e incorporar a su término los terrenos ganados al mar frente a Capuchinos. Como a Gorosabel no le puede manipular, sencillamente lo silencia.

El contenido de la sentencia dictada el 4 de febrero de 1848, sin embargo, es muy interesante y sus argumentos claros:
1. El auto de Vargas no fue aprobado y las reales órdenes de 1805, 1807 y 1828 no resolvieron este tema.
2. El deslinde vigente es el que se realizó en 1545 entre San Sebastián y Rentería: San Pedro era parte de San Sebastián y San Juan, tras su independencia en 1770, no compartía lindes con Rentería.

En consecuencia, mientras el rey no determinara definitivamente sobre el término de Pasajes “no puede menos de seguir entretanto que esto se verifique la demarcación asignada por determinaciones anteriores con respecto a la aldea o Pasajes de San Pedro y villa de Rentería.”

Este primer fallo del Consejo Provincial es de gran importancia porque muestra cual era el estado de la cuestión en 1848 y porque además ha marcado la línea jurídica que las sucesivas Diputaciones de Guipúzcoa han seguido hasta el presente.

Tiene razón Zapirain, éste no es un dato novedoso, pero es un dato, un dato más, que deja de manifiesto la poca calidad científica de su trabajo.