2007/05/11

Se apagó el farol

Los próceres de la marcha gris pasaitarra anunciaron para diciembre que iban a llevar a los tribunales al ayuntamiento donostiarra y amenazaron con paralizar de este modo el proyecto de Auditz-Akular (Para refrescar la memoria basta con leer la entrevista a Belaustegi en Hitza y a los catedráticos en la revista Pasaian).

Estamos ya en mayo, la marcha gris donostiarra ha aprobado el plan de Auditz-Akular y de aquello no se sabe nada. Y mira que más de uno en Altza había depositado sus esperanzas en esa iniciativa. Pero nada. Nada de nada. ¿Dónde se han metido el señor secretario y los señores catedráticos? Ahora era su momento y nos han dejado con las ganas.

Para excitar el fervor de sus incondicionales estos juristas ponían a modo de precedente la sentencia favorable a Pasaia del año 2004 que paralizó el plan proyectado por el consistorio donostiarra para Ulia.

¿Pero cuáles fueron los argumentos tomados en cuenta por el tribunal para paralizar dicho plan? ¿Qué contiene esa sentencia que pueda favorecer su reivindicación?

Leemos la sentencia y vemos que el adalid de la marcha gris pasaitarra. Sr. Belaustegui, en representación de Pasaia, incluye entre los argumentos la mención de “una desavenencia histórica, que se remota a 1805”, pero que después no aparece, ni siquiera se insinúa, entre los motivos impugnatorios de la demanda. Donostia por su parte alega que “el Plan Especial aprobado no invade el término municipal de Pasaia definido en el Acta de Constitución del Municipio de 1805.”

Y de todo eso, ¿qué dice el Tribunal? Pues, de forma clara y escueta, da la razón a Donostia en lo que al término municipal respecta. Falla, sin embargo, en contra de la decisión tomada por el ayuntamiento donostiarra porque en los dos municipios tienen aprobadas normativas de rango superior que “contemplan para la ordenación pormenorizada del Monte Ulia un plan especial supramunicipal.” Es decir, que ambos municipios están obligados por sus ordenamientos a planificar conjuntamente y “su aprobación definitiva corresponde a la Diputación Foral”, la cual en todo ese proceso se ha mantenido al margen sin decir nada.

En consecuencia, de la lectura de dicha sentencia podemos sacar las siguientes conclusiones: primera, que el ayuntamiento de San Sebastián, como ya es habitual en la era Odón, se ha saltado a la torera su propia legalidad; segunda, que el ayuntamiento de Pasaia practica en Mendiola una política inspirada en el perro del hortelano, que ni hace ni deja hacer; y, por último, que Belaustegi y los catedráticos se han marcado un farol a cuenta de la sentencia de Ulia; y todo parece indicar que ese farol se ha apagado.