En los meses que han transcurrido desde el último comentario se han producido unos hechos relevantes que han cambiado un tanto el panorama. Como cabía esperar, todos los partidos representados en el ayuntamiento se han puesto de acuerdo y en verano han aprobado el proyecto inicial. Ya estaban de acuerdo en construir, sólo les faltaba decidir cómo repartirse el pastel.
Acto seguido, se ha consumado la división entre los protagonistas de la oposición altzatarra al proyecto, reflejada en la prensa en el intercambio de comunicados entre los representantes de Altza XXI, Altzan Bizi y los que participan en el Plan de Desarrollo Comunitario. Muestra una vez más de las atávicas servidumbres que tan bien conocemos en Altza.
Que en San Sebastián el tema de construir en la zona rural de Altza se esté retrasando unos cuantos años no es debido, por desgracia, a la mayor o menor presión que los altzatarras hayamos podido ejercer sobre los políticos. Mucho menos a la presión del ayuntamiento de Pasaia. Han sido la prepotencia y chulería de Elorza y Letamendía que no querían compartir los beneficios de la operación las que han impedido que un modelo de ciudad al servicio de los constructores haya “ensanchado” Altza.
Con la debilidad altzatarra y el acuerdo municipal sobre la mesa, el festín está servido. Sólo falta un detalle: Pasaia, que tanta compasión despierta pero que tan poca ayuda recibe, quiere participar en el reparto.
Conscientes de este fleco y ante la amenaza de llevar a los tribunales el tema de las mugas, algunos grupos políticos donostiarras presionan a favor de un acuerdo entre ambos municipios para repartirse el territorio altzatarra. En 2002 Letamendía estaba dispuesto a ceder territorio altzatarra en Molinao abaratando de este modo los costos que suponía reconvertir el polígono de Papin. El alcalde Aldunzin desde Pasaia y los concejales donostiarras de Batasuna se negaron a colaborar con Elorza. Aldunzin, promotor del expolio, quería más trozo de tarta. Y con él, todos el conjunto de los representantes políticos pasaitarras. Esa clase política incapaz de hablar y buscar una salida a la salvaje e inhumana convivencia política vasca, ni en encauzar una solución al caos que sufre Pasaia, encuentra acuerdos con facilidad cuando de cemento se trata y se pone firmes al toque de corneta de la construcción.
Han invertido dinero en la invención del cuento y no se les puede negar el éxito mediático obtenido. Ahora, lo anunciaron antes del verano, van a dar un nuevo paso y llevarán el tema a los tribunales. Y por lo que conocemos de la justicia española, el espectáculo está garantizado. Algunos, como Altza XXI en respuesta a una pregunta de una periodista de Gara, ven este nuevo paso “una puerta a la esperanza”. La esperanza, decía Nietzsche, es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre. La marcha gris desplegada sobre Altza está siendo un tormento y no se detiene: grandes bloques de viviendas en la plaza San Luis, Bertsolari Txirrita, Nerecán, Buenavista, Gomistegi, falda de Ulia. Pronto entrarán en Antondegi... En Pasaia se está haciendo lo mismo y sobre estos teman Gómez, Goikoetxea, Sánchez Berra y Aldunzin piensan igual. ¿Dónde cabe la esperanza?
No nos vamos a poner trágicos, al fin y al cabo somos urbanitas que básicamente sabemos sobrevivir sobre cemento y asfalto. Si algunos nos ponemos una margarita en el pelo o colgamos un trapo verde en el balcón, no es porque soñemos con una arcadia natural en Altza, ni muchísimo menos, sino por una necesidad de expresar el hastío ante tanta falacia política, ante tanta mentira que a fuerza de repetirse parece verdad, ante tanto historiador, abogado, técnico en medio ambiente y demás paniaguados al servicio del mejor postor. Es el signo de los tiempos que corren. Algunos optan por el silencio, el anonimato y la abstención. Parece que cada vez más y en más sitios. Al final, quizá, ahí terminaremos, disueltos en la mayoría silenciosa, pero mientras, aún tenemos en la carpeta algunos documentos que merecen ser publicados y comentados. Nosotros también, en los próximos comentarios nos vamos de tribunales.